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Campesinado y Turismo, una historia rebelde en Nicaragua

[dropcap]E[/dropcap]n la Isla de Ometepe, la Cooperativa rural Carlos Díaz Cajina encontró en la actividad turística una alternativa ante la crisis agrícola de los años 90. Su historia fue la de muchas otras cooperativas formadas tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 y representa un ejemplo de lucha comunitaria alzando, ahora, las armas del Turismo.
En la Isla Ometepe surge como un tercer volcán una de las fincas más representativas del país: la Finca Magdalena. Antiguamente fue propiedad de la familia Baltodano, que no era de Rivas. Pero todo cambió aquel 19 de Julio de 1979, cuando las tropas del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraron triunfantes a Managua. La Reforma Agraria no se hizo esperar, el Gobierno Revolucionario pagó lo que la familia Baltodano debía y le indemnizó el resto de la finca. Así entonces se les fue entregada la finca a los peones que la habían trabajado durante años y ellos crearon la Cooperativa Carlos Díaz Cajina.
En los 80′ fue la época de oro para el campesinado nicaragüense gracias al apoyo brindado por el Sandinismo, pero en las elecciones de 1990 la victoria fue para la centro-derecha. Entonces se perdieron aquellos beneficios logrados y el gobierno incrementó (e inventó) impuestos para las cooperativas de campesinos, que como consecuencia fueron desapareciendo de a poco.
Sin embargo, algunas resistieron. En el caso de Finca Magdalena la solución a la crisis fue el Turismo. Todo comenzó cuando una Asociación de Norteamérica, con quienes la Cooperativa mantiene relaciones comerciales por la venta de café orgánico, les habló del Turismo Rural Comunitario en una de sus visitas anuales. La Finca tiene una casa muy grande, está en la entrada al Volcán Maderas y posee en sus tierras cerca de 1000 petroglifos. Sin dudas, recursos turísticos no le faltan.

Uno de los tantos petroglifos

En el año 2000, comenzaron con un pequeño local donde vendían bebidas a quienes visitaban el volcán y más adelante remodelaron la vieja hacienda del patrón para transformarla en alojamiento turístico. Hoy en día Finca Magdalena también tiene un restaurante y tres tours propios: Ascenso al Volcán Maderas, Sendero a los Petroglifos y Tour del café.
La Cooperativa Carlos Díaz Cajina está formada por 26 familias y todavía se dedica, junto al turismo, a la producción de café orgánico. Pero las actividades económicas benefician a más de 26 familias, ya que la responsabilidad de la Cooperativa con su comunidad nunca fue negociada. Ejemplo de ello son las tierras cedidas a la comunidad de Balgüe para la instalación del cementerio de la comunidad, la fuente de agua potable cedida al organismo local encargado de hacer llegar este derecho a las comunidades de Balgüe y Santo Domingo (antes había solo agua potable en la Finca de los Baltodano pero no en las comunidades que la rodean). También el alojamiento y todas las comidas que se le otorgan gratuitamente a la doctora del pueblo, quien trabaja en la comunidad de lunes a viernes, la servidumbre de paso otorgada para la realización del camino a la comunidad Las Cuchillas, la tierra cedida para la Iglesia de la comunidad y muchas otras pequeñas donaciones y proyectos educativos y ambientales.
A pesar de que muchos afirman lo contrario, la Revolución Sandinista ha dejado algunos frutos en la Nicaragua que se visita actualmente. La gran solidaridad de su gente no es tan habitual en otros sitios. Y esto se evidencia especialmente en el campesinado, que sigue en pie de lucha como lo hizo durante las guerras y las crisis económicas. De esta forma, la Cooperativa Carlos Díaz – Finca Magdalena – demuestran al mundo que el turismo y las clases más desprotegidas pueden caminar juntos hacia un mundo mejor.