El modelo de ‘Turismo Sostenible’ no está funcionando, veamos cómo cambiarlo

[dropcap]C[/dropcap]omo ya sabemos, este año 2017 ha sido proclamado el Año Internacional del Turismo Sostenible por las Naciones Unidas. El Secretario General, Taleb Rifai, declaró que ‘se presentaba una oportunidad única para avanzar en la contribución y el desarrollo del sector del turismo en los tres pilares de la sostenibilidad – económico, social y medioambiental, y a la vez se aumentaría más la consciencia sobre las dimensiones reales del sector; unas dimensiones frecuentemente infravaloradas’.

El turismo sostenible proviene del concepto de desarrollo sostenible, según se concibió en el informe Brundtland de 1987. Según el informe, el desarrollo sostenible es:

aquél que encuentra la manera cubrir las necesidades de las generaciones actuales sin poner en riesgo la capacidad de las futuras generaciones de cubrir las suyas’.

Por otro lado, el activista medioambiental Británico, George Monbiot, ha ido discutiendo a lo largo de los años, que el desarrollo sostenible se ha metamorfoseando en un concepto más bien de crecimiento sostenible.  La esencia de su argumento se basa en que se hace muy poco en el sentido de desarrollo, debido a que por ejemplo, cuando hay una crisis medioambiental que afecta una zona, ésta se dedica a limitar la demanda del lugar, impidiendo las opciones de crear desarrollo, mientras que la economía, presente en el mismo lugar, siempre está en crecimiento. Por lo tanto, concluye con que hace falta más desarrollo y menos crecimiento.

Por el momento, el crecimiento económico está ganado la partida a los límites medioambientales, por lo que la sostenibilidad parece escaparse del objetivo.

Pero a todo esto, ¿qué es el turismo sostenible?

No cabe duda de que el turismo es clave para conseguir un modelo de desarrollo sostenible. Se trata de una industria inmensa, con una alta dependencia en las economías de muchos países.

En 2016, más de 1.2 billones de personas viajaron a nivel internacional, y otros 6 billones lo hicieron a nivel nacional. Según la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, el turismo sostenible es ‘el que considera en conjunto los impactos económicos, sociales y medioambientales actuales y del futuro, cumpliendo a la vez con las necesidades de los turistas, la industria, el entorno y las comunidades locales’.

Siguiendo un poco más con la crítica del activista Monbiot, él sugiere que hace falta preguntarse más si todos los esfuerzos se dirigen a “apoyar el turismo” o si en su lugar, son una mera guarnición dentro del turismo para conseguir otros objetivos de desarrollo sostenible.

Viendo los problemas que sufren actualmente algunos destinos debido al turismo, con consecuencias que están afectando seriamente lugares cómo Venecia, dónde los residentes acusan a los turistas de “destruir su ciudad”; o el caso del Ayuntamiento de Barcelona, que ha tenido que tomar cartas en el asunto para limitar la oferta de alojamientos turísticos. Así cómo Las Galápagos, que ven en el turismo de masas una seria amenaza a su ecosistema endogámico y que, precisamente, es el motivo de atracción de los turistas, no cabe duda de que no existe un mínimo rincón fuera del circuito turístico. En esta línea se encuentran del mismo modo los tours organizados a la Antártida para visitar un entorno salvaje, “antes de que desaparezca” (‘turismo de última oportunidad’).

Todos estos impactos contribuyen al calentamiento global y amenazan los últimos rincones salvajes de la Tierra. Parece complicado obtener una imagen completa de los impactos del turismo, debido a que nadie está seriamente dedicando esfuerzos y en su lugar, tenemos percepciones de expertos que contribuyen de una forma más fragmentada.

Seguramente, seremos muy escépticos con el Año que ha declarado las Naciones Unidas, ya que parece una idea retórica más que real. Aún así, no dejemos de aprovechar la oportunidad de crear un modelo de turismo más sostenible.

Así entonces, ¿cómo podemos hacer del turismo, un modelo más sostenible?

Se pueden contabilizar medidas asequibles y reales que nos pueden ayudar a ser más sostenibles. Hay quienes buscan en las soluciones tecnológicas la forma de ser responsable sin tener que cesar su actividad de negocio; los hay que deciden fomentar y destacar más el consumo responsable o otras ideas como el Slow travel.  No obstante, vivimos en un mundo que no para de crecer, con una demanda infinita y exigente, que debilita los entornos frágiles del planeta, y por lo tanto, el esfuerzo que debemos hacer, tiene que ser mayor y conjunto.

Tenemos a continuación, algunos esfuerzos que los distintos grupos de interés deben practicar, al fin de poder cambiar y ser de una forma más “real”, sostenibles y responsables:

1) Los Gobiernos deben implantar políticas para fomentar el desarrollo sostenible y vencer esa obsesión con el crecimiento. Por lo tanto, el turismo debería de desarrollarse siempre dentro de los parámetros del desarrollo sostenible. Los gobiernos deben de solventar los problemas que ponen al límite el medioambiente y los efectos del cambio climático. Requiere de un plan integrado de forma que, las autoridades gubernamentales que representan el turismo se centren de forma equilibrada en la planificación integrada tanto cómo recalcan en sus campañas actuales de marketing.

2) Los Consumidores deberían de educarse mejor para escoger de una forma más responsable sus opciones de viajes. Por ejemplo, hay pocos viajeros que se dan cuenta de que los resorts de los “todo incluido” causan una fuga de capitales, cuyos beneficios no residen en las economías locales, sino que son beneficios que se van directamente a la multinacionales, siempre ubicadas en su países de origen. Una educación más cívica en las escuelas, con buenos ejemplos, podría ser un método para fomentar los viajes responsables.

3) Las comunidades locales suelen ser tratadas cómo otro grupo de interés entre todos los que envuelven el turismo en un destino, cuando en verdad deberían tener el derecho de participar en la toma de decisiones y tener voz y poder para decidir si quieren o no ser una destinación turística y cómo lo quieren hacer.

4) Los trabajadores del sector turístico deben de tener sus derechos y unas condiciones decentes de trabajo.  El sector turístico no debería de permitirse más ser una fuente continua de trabajo precario y sueldos bajos.

5) La industria turística necesita asumir más responsabilidad, usando tanto tasas locales cómo las regulaciones para construir comunidades prósperas, en lugar de debilitarlas. Es realmente importante actuar de forma social y la industria debería educar más a sus clientes en materia de turismo responsable.

6) Las organizaciones no gubernamentales son esenciales para reportar abusos en el sector turístico, incluyendo apropiación indebida de tierras, abuso de los derechos humanos, oposición a la comunidad y corrupción. Emplear a estas organizaciones para una agenda más rigurosa para el desarrollo sostenible, en lugar de mantener el turismo, le daría mucho más sentido al “año” proclamado por las Naciones Unidas.

Freya Higgins-Desbiolles es una catedrática de turismo de la Universidad del Sur de Australia. Este artículo fue originalmente publicado para The Conversation y traducido por Jordi Vegas

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