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Cómo una comunidad indígena de la amazonía ecuatoriana trabaja por conservar su patrimonio oral e inmaterial

“Aún si desaparecemos, queremos dejar nuestro conocimiento al mundo.” Esta es la carta de presentación de la asociación Naku, formada por miembros de comunidades Saparas en Ecuador. Debajo de esta sentencia tan categórica se esconde una realidad que los Saparas luchan por superar. Tal y como se definen ellos mismos, son una nacionalidad indígena de la amazonia ecuatoriana y peruana reconocida por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad cuya lengua está en peligro de extinción.

Viendo que su cultura podría llegar a desaparecer debido a varios factores como el decrecimiento de su población (actualmente en Ecuador existen unos 300 Saparas), los impactos que la explotación petrolera tiene sobre su comunidad o la llegada de carreteras, los jóvenes decidieron ponerse manos a la obra para conservar sus tradiciones.

Y así crearon la asociación Naku con la que, entre otras medidas, han desarrollado un proyecto de turismo rural comunitario que toma la forma del Centro de Sanación Naku, para así enseñar a los visitantes “sus conocimientos ancestrales, costumbres, historias, alimentos y vivencias que sólo pueden ser explicadas en su real magnitud en medio del bosque.” El proyecto está liderado por Manari Ushigua, quien es el guía espiritual y shaman de la comunidad, y el centro se encuentra en el territorio Sapara, más concretamente en la comunidad de Llanchamacocha (provincia de Pastaza). Para llegar a la comunidad se debe tomar una avioneta desde el aeropuerto de Shell, ubicado a unas cuatro horas de la ciudad de Quito, y el vuelo tiene un duración de 30 minutos.

Desarrollo local
Los Saparas se han constituido como una asociación comunitaria y esto les permite ser dueños de su emprendimiento, y por lo tanto los beneficios que se generan se reparten entre la comunidad. Además, han creado una reserva propia denominada Kamunkui, compuesta por unas 20.000 hectáreas de bosque primario. La combinación de ambas ideas permite el desarrollo sostenible y económico local de la comunidad a la vez que se protege el conocimiento ancestral Sapara y el patrimonio ecológico, ya que los fondos que se generan los destinan a la mejora de la calidad de vida de las comunidades, así como a preservar su cultura, sus conocimientos y su idioma, a través de proyectos de educación con los infantes y los jóvenes. 

Turismo rural comunitario
El Centro de Sanación se integra totalmente en el modus vivendi de los Saparas, y les permite enseñar sus conocimientos a los visitantes. “A NAKU no llegan turistas, sino llegan amigos”, donde además de ofrecerles recorridos para aprender y conocer la cultura, las labores de pastoreo, agricultura; también pueden participar de forma directa en la elaboración de comidas y artesanías tradicional. Las comidas son elaboradas a base de productos orgánicos y locales, algunos de ellos procedentes de su propio huerto, pero siempre adaptándose a las necesidades de los visitantes y por lo tanto si es necesario lo complementan con alimentos procedentes de la ciudad.

Soluciones sostenibles
Para integrarse al territorio e impactar lo mínimo posible, han implantado un sistema de reciclaje y de control de las aguas residuales, así como medidas para la eficiencia energética, y el ahorro de agua. Para el diseño de los espacios verdes del alojamiento se han utilizado especies vegetales autóctonas y los elementos decorativos reflejan el patrimonio cultural y local. Los artículos de recuerdo son elaborados por artistas locales a través de materiales que se encuentran en la propia comunidad así como reciclados, de esta forma dan una salida laboral a los integrantes de la comunidad.

Sostenible significa que dure en el tiempo; y eso es lo que quieren los Saparas, que su manera de vivir tan vinculada a la tierra, así como su entorno, perduren durante muchos años. Como dicen ellos mismos, su filosofía se basa en entender “el bosque como un sistema de vida en el cual tomos somos una parte, y por tanto debemos contribuir para que se mantenga con un alto estado de conservación.” La naturaleza es la fuente de su sabiduría, y lo que les permite conectarse con su propio espíritu, el de las plantas y el de los animales; y su idioma, actualmente solo hablado por cuatro personas, es la base de su saber ancestral, ya que es a través de los relatos orales que lo transmiten de generación en generación.

Este artículo forma parte de la serie promovida por el concurso de LALI y Fondo Verde en el 2017, para premiar iniciativas que promueven el paisaje en Latinoamérica.