Buscar
Close this search box.

Pensar el futuro con el turismo como espejo de una sociedad desigual

Inundaciones históricas en Nueva York, picos de calor alcanzando los 47°C en España, plagas de langostas en el este de África, corrimientos de tierra en Japón… Mientras las catástrofes climáticas asolaban el planeta el verano pasado, y que por primera vez en 3 décadas aumentaba la tasa de pobreza, debido a las consecuencias de la crisis sanitaria de Covid-19, asistíamos a nuevos progresos que alcanzaban a las estrellas en la industria del turismo, específicamente con el inminente despegue de varios millonarios en el espacio. Una crisis sanitaria, sí, pero también una crisis social, y el turismo es un excelente espejo de esta sociedad desigual, más marcada que nunca. Mientras pensamos en el futuro ¿hacia dónde nos dirigimos? ¿Eco-conciencia o ego-progreso?

Covid-19: Aumento de la desigualdad

El mundo se ha detenido literalmente, pero la desigualdad se ha acelerado y ampliado. Esta crisis sanitaria ha sido testigo de la división de nuestra sociedad, entre los que han podido respirar y los que se han apretado el cinturón, los que se han enriquecido y los que lo han perdido todo. Una dura realidad ante la que se promueve la resiliencia y la solidaridad con la esperanza de recuperarse de esta crisis global.

Entre los diversos conflictos, las catástrofes climáticas y las consecuencias económicas y sanitarias de la pandemia del Covid-19, asistimos a una superposición de crisis que nos lleva a los llamados escenarios catastróficos a nivel económico, político, social y medioambiental.

Según un informe del Grupo del Banco Mundial, el número de nuevos pobres atribuibles a la pandemia de Covid-19 en 2020 será de entre 119 y 124 millones de personas. Y mientras tanto, unos 50.000 clientes potenciales están dispuestos a gastar un mínimo de 200.000 dólares en un viaje al espacio. Mientras las catástrofes climáticas son cada vez más frecuentes y se pide a los países que adopten medidas preventivas y correctivas, constatamos que una sola empresa privada emite más emisiones de CO₂ para enviar a 4 personas a observar nuestro planeta en gravedad cero durante 10 minutos que mil millones de personas pobres en toda su vida. ¿El turismo, especialmente el espacial, es por tanto un
verdadero espejo de estas extravagancias desiguales?

El turismo como espejo de la sociedad

Nuestra sociedad amplía cada vez más las diferencias entre las distintas clases sociales, lo que da lugar a conflictos de intereses y focos de atención igual de diversos. Esto se refleja explícitamente en el turismo, tanto en la oferta como en la demanda. El número de turistas que involucran su consumo en la lógica de sostenibilidad está aumentando, en consonancia con una cierta concienciación medioambiental y social, en paralelo al crecimiento de iniciativas y proyectos en la misma dirección.

Pero, paradójicamente, también nos enfrentamos a una cierta amenaza ecológica, la de la aparición del turismo espacial, que representaría un mercado de 10.000 millones de dólares en 2030. El turismo permite ver estas grandes diferencias de producción y consumo dentro de un mismo sector de actividad, como un espejo mágico que revelara la verdad sobre nuestra sociedad.

¿Ego-progreso o eco-conciencia?

Para alcanzar las estrellas, se ha activado una verdadera máquina de ego-progreso; con la inauguración de un hotel espacial por parte de la empresa Orbital Assembly Corporation, prevista para 2027, sesiones de formación para preparar a los civiles física y mentalmente para una estancia en el espacio, propuestas por el proyecto Orbite del francés Nicolas Gaume, así como la voz inspiradora de Richard Branson, fundador de Virgin Galactic: «Espero realmente que millones de niños de todo el mundo se sientan cautivados e inspirados por la posibilidad de ir al espacio algún día.» Y una increíble paradoja para la concienciación medioambiental expresada por la entrenadora de astronautas Beth Moses: «Fui consciente de que la Tierra era algo precioso y hermoso, muy debajo de mí, y también
eres consciente de la majestuosidad del planeta.”

Pero, ¿es realmente esta la dirección que queremos tomar para nuestro planeta? Estas iniciativas marcan ya un punto de ruptura en la creciente conciencia ecológica en la que evolucionamos como ciudadanos, dando la impresión de vivir en dos realidades distintas. Sí, como recordatorio, habrá que producir menos cantidad CO₂ al año de aquí a 2050 para
alcanzar el objetivo fijado por el Acuerdo de París, pero al mismo tiempo y en el mismo planeta, 600 personas de 58 países esperan pacientemente su turno para alcanzar las estrellas a bordo de una actividad que emite casi 11,5 toneladas de dióxido de carbono, incluyendo el coste climático de todas las actividades auxiliares necesarias para lograr el vuelo.

«El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer» – Henri Bergson

En conclusión, se revela una cierta impotencia al ver esta desmesurada prisa por progresar a pesar del bienestar de otros miles de millones de personas en el planeta Tierra. Pero no olvidemos que renunciar no forma parte del léxico del desarrollo sostenible. Porque si un puñado de personas mira hacia las estrellas, el resto mantiene los pies en el suelo para emprender el turismo de forma diferente y viajar de otra manera.